Revista En Torno a la
Prevención, No. 20, jun. 2018, pp. 34-38
ISSN 1659-3057 • E-ISSN 2215-3845
Url: www.relaciger.org/revista/
EN TORNO A
LAS CORRIENTES DE RESACA Y LA SEGURIDAD EN LAS PLAYAS COSTARRICENSES
(ON THE RIP CURRENTS AND SAFETY IN COSTA RICAN BEACHES)
Alejandro Gutiérrez
Isabel Arozarena
IOI-
RONMAC, Universidad Nacional
Resumen
Las corrientes de resaca en las playas
de Costa Rica han segado la vida de más de 800 personas entre el año 2001 y el
2017. La mayoría de estas muertes afectan a hombres jóvenes costarricenses,
pero también son un alarmante problema en relación con los extranjeros. El
Estado costarricense debe hacerse cargo de este problema y fomentar la implantación
de guardavidas calificados en las playas más populares; asimismo este artículo
trata de concienciar a los usuarios de las playas de un peligro que rara vez es
percibido o valorado con la suficiente cautela, y muestra la forma de detectar
la presencia de corrientes para que, a falta de guardavidas, los usuarios de
las playas tengan herramientas para decidir con criterio dónde bañarse. Además,
se incluyen una serie de consejos generales sobre seguridad en playas.
Palabras claves: Ahogados,
Corrientes de resaca, Resacas de río, Seguridad.
Abstract
Rip
currents on Costa Rican beaches have taken the lives of over 800 people between
2001 and 2017. Most of these deaths affect young Costa Rican men, but they are
also an alarming problem in relation to foreigners. The Costa Rican State must
take charge of this problem and promote the implementation of qualified
lifeguards on the most popular beaches; this article also tries to make beach
users aware of a danger that is rarely perceived or valued with sufficient
caution, and shows how to detect the presence of currents so that, in the
absence of lifeguards, users of the beaches have tools to decide with
discretion where to bathe. In addition, a series of general tips on beach
safety are included.
Keywords:
Drownings, Rip currents, River rips, Safety.
Introducción
Las corrientes de resaca o retorno
constituyen, después de las muertes de tránsito vehicular, la segunda causa
accidental de muerte en nuestro país (datos de la sección de estadística del
OIJ). En el período 2001- 2017 (figura
1) estas corrientes han cobrado más de 800 vidas en las playas costarricenses,
situación ésta que nos obliga a pensar en la necesidad imperiosa de tomar
cartas en el asunto a favor de un significativo decremento del número de
muertes por sumersión.
Figura
1. Ahogados en playas costarricenses entre los años 2001 y
2017 (datos de la Sección de Estadística del OIJ).
Este fenómeno afecta tanto a
ciudadanos costarricenses como a extranjeros (figura 2), en un contexto de
creciente afluencia de unos y otros a las más de 600 playas con que cuenta
nuestro país.
Figura
2. porcentaje de ahogados nacionales y extranjeros en las
playas de Costa Rica, para el periodo 2001-2017 (datos de la Sección de
Estadística del OIJ).
El análisis de los datos del OIJ
sugiere que las corrientes de resaca son un problema de salud pública
importante en Costa Rica. La mayoría (64%) de los ahogamientos atribuidos a las
corrientes de resaca involucraron a costarricenses jóvenes, estudiantes
solteros en playas relativamente
cercanas a San José, especialmente los fines de semana y días festivos (Arozarena, Houser, Gutiérrez y Brannstrom, 2015).
El número promedio de fallecidos por
año durante el citado período (cerca de 50) por esta causa, es comparable con
aquél que se produce en las playas australianas y estadounidenses (Leathermann, y Fletemeyer, 2011),
siendo que Costa Rica cuenta, sin embargo, con únicamente el 5 y 7,
respectivamente, de la línea de costa de estas dos naciones; por lo que podemos
afirmar que el panorama es preocupante, y obliga al Estado a tomas la medidas
correctivas que le corresponden.
¿Qué son las corrientes de resaca?
Las corrientes de resaca son flujos
concentrados y estrechos dirigidos hacia el mar que se extienden desde la línea
de costa, a través de la zona de rompientes, hasta distancias variables (Castelle, Scott, Brander y McCarroll, 2016). Son producidas fundamentalmente por la
acción del oleaje rompiente (Bowen, 1969) y por tanto
aparecen en una gran variedad de tipos de playas (Loureiro, Ferreira y Cooper, 2013; Lippmann
y Holman, 1989; Masselink y
Short, 1993; Scott, Masselink y Russell, 2011a;
Wright y Short, 1984), en costas oceánicas y lacustres expuestas a oleajes
diferentes (Castelle, et al, 2016). Este flujo
mar adentro es una imagen ideal que, sin embargo, puede ocurrir en la realidad
pero que no describe completamente la dinámica del flujo en detalle; la figura
3 A y B explica el fenómeno de forma más completa, y nos ayudan a entender que
la dinámica de las corrientes de resaca no solo abarca ese flujo en dirección
mar adentro, sino una circulación a lo largo de la playa que involucra
movimientos en cualquier dirección, una especie de remolinos; razón ésta por la
que el consejo de “nadar paralelamente a la playa para salir de la corriente”,
dependiendo de la porción del remolino en la que nos encontremos, puede que no
sea el mejor consejo. Ese consejo es válido solo si la corriente nos arrastra
en dirección mar adentro, o lo que es lo mismo, en dirección perpendicular a la
línea litoral.
Figura 3. A)Flujo mar adentro y remolinos constituyentes de las
corrientes de resaca (Brander, Bradstreet, Sherker and MacMahan, 2011) y B) Evidencia observada en playa Jacó, de que las corrientes de resaca pueden estar
constituidas tanto por flujos perpendiculares como paralelos a la playa.
¿Por qué representan un peligro tan amenazante?
Uno de los principales problemas de
las corrientes de resaca, además de su capacidad para arrastrar mar adentro y
poner en serios problemas incluso a nadadores experimentados, es la ausencia de
percepción del riesgo por la mayor parte de los usuarios de las playas.
Probablemente los usuarios de las playas estén pensando más en la posibilidad
de ataques de cocodrilos y tiburones, o en la llegada de tsunamis, que en las
corrientes de resaca, cuando es este último peligro el que supone una mayor
amenaza para cualquier persona que se encuentre en la playa. A menudo, las
personas que visitan las playas, no conocen lo que son las corrientes de resaca
(Arozarena, Gutiérrez, Trimble,
Brannstrom y Houser, 2017)
y, aunque sepan algo sobre su existencia, no saben la cantidad de muertes que
provocan al año, y la relativa facilidad con que un accidente de este tipo
puede verificarse en un día de playa.El peligro que
representan las corrientes de resaca en Costa Rica es en parte resultado del
conocimiento del riesgo por parte del usuario de la playa, y de su capacidad
para identificar las situaciones en las que existe potencial para ahogarse o
necesitar rescate, y este conocimiento, en general, no es muy extenso entre los
habitantes (Arozarena et al., 2017). A todo ello
también contribuye el hecho de que los accidentes y fallecimientos por
corrientes de resaca se dan separados en el tiempo; si las 50 muertes de media
que se producen todos los años se dieran todas el mismo día, como ocurriría con
un tsunami, terremoto o corrimiento de tierra, la percepción del riesgo
mejoraría, pero como se producen de forma dispersa a lo largo del año, la
percepción se diluye.
Otro problema que rodea a las
corrientes de resaca es la ausencia de guardavidas en la mayoría de playas
costarricenses; carencia que se pretende suplir con rótulos que advierten del
peligro. Estos rótulos jamás podrán sustituir la acción de un guardavidas, y de
hecho, son a menudo ignorados, entre otras cosas, porque la información que
dan, no permite tomar decisiones informadas: no explican dónde y cuándo
aparecen, explican (solo algunos) de forma demasiado esquemática la forma de
escapar una vez que se ha sido atrapado, y no invitan a tomar acciones
preventivas, como mostrar la forma de reconocerlas y así evitar ingresar al mar
en esos lugares. Es por ello que, además de recomendar que el Estado
costarricense tome las medidas oportunas para fomentar la presencia de
guardavidas en, al menos, las playas más concurridas del país, queremos
contribuir a que las personas conozcan la importancia de esta amenaza y
aprendan, en la medida de lo posible, a detectar el peligro.
¿Cómo reconocer las corrientes de resaca?
Las corrientes de resaca
muchas veces pueden reconocerse mediante observaciones directas o indirectas:
1. Interacción de la corriente con la
espuma del oleaje: Las figuras 4 A y B muestran corrientes de resaca
fácilmente reconocibles por esa especie de mancha blanquecina y rugosa en
dirección mar adentro, que se forma debido a la interacción de la corriente mar
adentro con el oleaje entrante.
2. Manchas de sedimento: otras veces se puede advertir la
presencia de las corrientes de resaca por los sedimentos que arrastran, como lo
muestra la figura 5.
3. Canales de resaca: la figura 6, ilustra en dos imágenes,
no solo la zona aparentemente calmada donde se encuentra la corriente, sino los
propios canales de tránsito de la misma, de mayor profundidad, algo que siempre
buscan las corrientes de resaca para avanzar (Brander,
2010).
4. Zonas aparentemente calmadas sin
olas rompientes: las
corrientes de resaca se generan en aquellos lugares a lo largo de la playa
donde las olas no rompen, y más bien confluyen desde los sitios de ruptura,
formando “zonas de calma”, pequeñas piscinas que invitan a entrar y que, por el
contrario, deben evitarse a toda costa, pues son esas zonas el nacimiento de
las corrientes peligrosas (Véase la figura 6 A y B).
5. Oleaje caótico u olas que chocan
unas con otras: la presencia de una corriente que sale desde la playa en
dirección mar adentro, como es de suponer, provoca una alteración en el normal
rompimiento de las olas que avanzan desde mar adentro hacia la playa. Como en
el caso anterior (zonas con ausencia de oleaje), otra situación que puede
provocar la presencia de corrientes es la alteración de la llegada de las olas.
Allá donde observemos patrones extraños en el rompimiento de las olas, como
olas cruzadas, que chocan unas con otras debido a que su dirección de avance ha
girado, son lugares donde deberemos tener cuidado, y donde mejor será no
ingresar (Figura 7 A y B).
Figura 4. A) Corriente de
resaca en playa Pelada, visible gracias a la espuma de las rompientes siendo
arrastrada mar adentro. B) Corriente de resaca en playa Camaronal,
visible gracias a la espuma de las rompientes siendo arrastrada mar adentro.
Figura 5. Manchas de
sedimento arrastrado por las corrientes de resaca en playa Caldera.
Figura
6. A) Corriente de resaca en playa Cocles,
evidenciada por la ausencia de oleaje. B) Enorme corriente de resaca en playa
Hermosa de Jacó, evidenciada por la formación de una
zona aparentemente calmada y sin oleaje.
Figura
7. A) Olas caóticas
chocando unas contra otras en playa Negra de Puerto Viejo (Caribe Sur). En esta
ocasión el oleaje era muy suave y, por tanto, las corrientes resultantes, muy
débiles; pero la foto muestra bien cuál es la dinámica y esta situación se
puede dar también con fuertes oleajes. B) Olas
caóticas y desordenadas en playa Gandoca (Caribe Sur)
y presencia de cúspides de playa.
Dificultad para ver las corrientes a nivel de playa
No obstante lo dicho anteriormente, a
veces resulta difícil poder avistar estas corrientes desde la playa, debido al pequeño
ángulo que forman nuestros ojos con el horizonte. Por ello, las observaciones
científicas de esas corrientes requieren de alternativas, como el uso de drones con el fin de superar esta limitación (Véase la figura 8).
Figura
8. Corrientes de resaca en playa Caldera a vista de dron.
Los modos indirectos de “detección” de
estas corrientes son asimismo válidos.
1. Playas populares para practicar
surf: toda playa
donde recurran los surfistas, es muy probablemente una playa peligrosa por
corrientes de resaca; los surfistas eligen playas muy expuestas con fuertes
oleajes, y esta es una condición necesaria para que se den fuertes corrientes
de resaca. Además, los surfistas utilizan las corrientes de resaca para
ingresar a la zona donde esperan la llegada de la ola (Figura 9), de forma
rápida y eficaz. Por ello, es útil preguntarles o fijarse por dónde ingresan al
agua con su tabla, para evitar esos lugares.
2. Playas con desove de tortugas:, por lo general presentan corrientes
fuertes de resaca, ya que, de forma similar a los surfistas, a las tortugas les
resulta útil la presencia de estas corrientes para avanzar rápidamente mar
adentro, evitando así ser devueltas por las olas a la playa y devoradas por
predadores.
Figura
9. Sufista visto a vista de dron
ingresando al agua por donde se encuentra la corriente de resaca, dada la
facilidad que les supone, respecto de ingresar por donde las olas rompen.
Nótese que en la zona en la que se encuentra el surfista, las olas no rompen.
Asimismo, hay aspectos geomorfológicos
a lo largo de la playa que reflejan la probabilidad de corrientes fuertes de
resaca:
1. Presencia de cúspides de playa y megacusps:
como las muy acentuadas ondulaciones causadas por las ondas de filo (“edge waves”) resultado de la
refracción del oleaje entrante, cual es el caso de playa Cabuyal
en el Pacífico Norte (figura 7B, 10 y 11).
2. Playas muy abiertas y expuestas a
fuerte oleaje:
estas playas son las más susceptibles de presentar fuertes corrientes de
resaca. Suelen presentar corrientes rítmicas en correspondencia de entrantes
curvos hacia tierra en la línea de playa, producidos por la erosión que
provocan las propias corrientes (figura 10B).
Figura
10. A) Cúspides de playa en Playa Caldera
(Puntarenas). B) Playa abierta y expuesta (Playa Palma-Bandera, Puntarenas) con
formación de grandes corrientes de resaca en correspondencia de megacúspides (curvaturas hacia tierra de gran diámetro).
Figura
11. Cúspides de playa en playa Cabuyal.
Cúspides intercaladas con valles que marcan la posición de los canales de
resaca.
Resacas de
río y oleaje
Corrientes fuertes suelen presentarse
y acentuarse en ciertas épocas del año, en correspondencia con las
desembocaduras de los ríos, poniendo en serio peligro a los bañistas que se
exponen a ellas en esos sitios. Estas se denominan “resacas de río” (“river rips”) y a menudo presentan
velocidades sumamente altas. Ejemplo de desembocaduras peligrosas, donde la
gente suele acudir, es la desembocadura del río Barranca que desemboca en
playas de doña Ana y junto a playa Boca de Barranca (Figura 12), sitio donde a
su vez se forman fuertes corrientes de resaca. La figura 13 muestra la
desembocadura del río Pejeperrito en playa Carate.
Figura
12. Desembocadura del Río Barranca, entre las
playas de Boca de Barranca (al norte de la desembocadura) y Doña Ana (al sur de
la misma). Fuertes corrientes de resaca y de resacas de río se verifican en
esta área, como se ha podido constatar gracias a las mediciones con correntímetro, cuyos valores se aprecian en el gráfico de
abajo.
Figura
13. Desembocadura del Río Pejeperrito
en playa Carate. Nótese la fuerza de la corriente que, al llegar al mar, actúa
de la misma manera que una corriente de resaca, arrastrando a cualquiera que se
encuentre inmerso en ella.
El oleaje entrante es la causa de las
corrientes de resaca y constituye por sí mismo un peligro potencial para los
turistas que frecuentan las playas costarricenses. Hay varios tipos de olas que
se forman en la zona de ruptura. En nuestro país las más frecuentes son las
llamadas rupturas dispersivas (olas que paulatinamente convierten sus crestas
en espuma a lo largo de la playa) y las olas de tubo, como la que muestra la
figura 14. Estas olas rompen en modo particularmente violento; de hecho
“estallan” cuando el tubo que se forma antes de romper pierde su equilibrio y
explota con violencia sobre la playa. Individuos expuestos a este tipo de
ruptura corren el riesgo de ser asimismo estrellados contra el piso marino,
algunas veces con drásticas consecuencias, especialmente si éste es rocoso.
Figura
14. Olas de tubo de gran fuerza y que suponen
también un gran peligro para el bañista, especialmente cuando hay fondos
rocosos. Playa Naranjo (Guanacaste).
Recomendaciones
para el visitante de nuestras playas
Quien desee disfrutar de una playa
costarricense en un modo seguro y tomando en cuenta las circunstancias
socio-culturales que presenta nuestro medio, debe tomar en cuenta las
siguientes recomendaciones:
1.
Atender
la señalización en las playas.
2.
No
bañarse si uno acaba de ingerir alimento
3.
Observar
en marea baja depresiones que no se ven en marea alta, para evitar estas zonas
de la playa durante la alta marea.
4.
No
arriesgarse a subir a acantilados atractivos, algunas veces con caídas de agua
llamativas.
5.
Evitar
las escorrentías o desembocadura de los ríos.
6.
Si
no hay guardavidas en la playa, buscar lugares donde haya surfistas, que sin
duda conocen la dinámica del lugar, y preguntarles dónde recomiendan bañarse
para evitar las corrientes; individuos éstos que asimismo pueden dar una mano
en caso de presentarse una situación de apuro.
7.
Evitar
las playas alejadas de los centros de atención médica.
8.
No
descuidar a los niños, si se visita la playa en familia.
9.
Hacer
que los niños usen el chaleco salvavidas- es barato y puede salvarles la vida-
10.
Atender
los pronósticos científicos sobre riesgos por corrientes de resaca durante
algunos períodos del año
11.
A
la hora de meterse al agua, no pensar que cuando las olas no son de gran
altura, el peligro desaparece.
12.
Percatarse
de si en algunos lugares de la playa se ven manchas blancas o marrones o “zonas
de calma” (sin oleaje) que se adentran en el mar y evitar estos lugares.
13.
Obedecer
las recomendaciones preventivas de los guardavidas así como de la policía
turística en las playas donde éstos se encuentren.
14.
Si
usted no es buen nadador, evite estar en el agua con ésta por encima de su
cintura.
15.
Use
siempre bloqueador solar.
16.
Consulte
en el ICT o MINAE en qué playas y lugares particulares se presentan animales
peligrosos como cocodrilos, jaguares, tiburones y pumas, y evite estos lugares.
17.
No
acampe en zonas de playa atravesados por cables eléctricos de alto voltaje,
cual es el caso de playa Cuajiniquil o "El
Amor" en Drake.
18.
Lleve
consigo vinagre común, de aplicarse en la parte de la piel afectada por una
eventual “picadura” de medusa o agua mala.
19.
Evite
acampar debajo de palmeras con abundancia de cocos. Estos pueden caer a gran
velocidad y afectar la integridad física de los ocupantes.
20.
Si
ha ingerido licor, no se meta al mar.
Y muy particularmente:
1.
Bañarse
en las playas y lugares donde hay guardavidas.
2.
Evitar
las playas solitarias y sin guardavidas
3.
En
los períodos vacacionales, consultar con la cruz roja las playas donde habrá
puestos de guardavidas.
4.
Bañarse
siempre acompañado, ojalá con alguien vigilando desde la playa, y en horas
diurnas.
5.
En
caso de un percance, llamar al 911 y solicitar ayuda. Para esto, ojalá contar
con las coordenadas exactas de la playa donde uno se encuentre.
6.
Siendo
que las trayectorias de las corrientes de resaca no son líneas rectas sino, más
bien, elipses a lo largo de la playa, con transectos
paralelos y perpendiculares a ésta, si usted fuere atrapado por una corriente
de resaca, lo que debe hacer es esperar a que la corriente lo suelte o nadar
siempre hacia los lados de la corriente o, lo que es lo mismo,
perpendicularmente a la dirección de ésa. El consejo de nadar siempre en forma
paralela a la playa puede representar un gran peligro para el bañista,
dependiendo del trayecto de la corriente en el que haya sido atrapado.
7.
¡ingrese
al mar por donde rompen las olas! Zonas de calma, que parecen “piscinitas
ricas”, donde no rompen las olas e invitan a gozar en ellas, suelen ser las
zonas de más alto riesgo: son el inicio de las corrientes de resaca.
8.
Si
se divierte en una playa del pacífico costarricense, procure bañarse mejor
desde una hora antes a una hora después de la marea alta o baja. Durante estas
horas la probabilidad de que se formen corrientes fuertes de resaca es menor.
9.
Si
observa que alguien ha sido atrapado por una corriente, trate de indicarle los
pasos a seguir y busque ayuda. No se aventure a entrar al agua si no es un
rescatista experimentado. Se han visto muchos casos en los que en vez de
ahogarse uno, se ahogan dos. Si no le queda más remedio que hacerlo, hágalo con
algún objeto flotante que, en ningún caso, debe soltar.
Conclusiones
Es un hecho que el Estado
costarricense debe hacerse responsable por la seguridad en nuestras playas. Hoy
en día no es válido ofrecer diversión soslayando los aspectos de seguridad que
corresponde atender; y en este caso, la seguridad en una playa costarricense va
a depender del número de guardavidas calificados que en ella se encuentren.
Este número significa que por cada 500 metros de playa debe existir uno de
ellos (Leatherman y Fletemeyer,
2011). En nuestro país un mínimo de playas ofrece este servicio en modo
permanente y en un número inferior al que requieren, salvo por una playa del
Pacífico Central cuya dimensión garantiza que un solo guardavidas puede cumplir
con ese cometido.
Hasta la hora nuestro Estado se ha
librado de una demanda judicial por causa de una muerte “accidental” de este tipo,
como sí ha ocurrido en otros sitios del orbe, donde la normativa en estos
contextos se encuentra mucho más apegada a las normas de seguridad que tanto la
cosa pública como privada deben atender (Brander,
R., 2017; Gutiérrez, A. 2015). Pero
debido al presumible incremento sostenido en la visitación de nuestras playas,
tanto de locales como extranjeros, con un consecuente aumento en la
probabilidad de muertes por sumersión en ésas, tal circunstancia podría avenir
en cualquier momento.
Es cierto que un comportamiento
responsable, y sobre todo de los jóvenes que son quienes más se ahogan (Figura
15), que tome en cuenta las
recomendaciones de más arriba, es de gran conveniencia; así como una oportuna y
estratégicamente ubicada señalización es saludable; lo mismo que la divulgación
de información preventiva en escuelas y colegios del Valle Central ( zona de
proveniencia de la grandísima mayoría de los ahogados), por los medios masivos
de comunicación y el ICT es saludable; pero, como dicho más arriba, la diferencia
entre una vida rescatada al mar, o mejor, una acción preventiva que evite el
rescate y una tragedia “accidental”, es el guardavidas calificado; razón por la
que estamos convencidos de la urgencia de dotar a nuestro país de un cuerpo
nacional de guardavidas de playa, que cuente con el entrenamiento, la
calificación consecuente y el equipo de prevención y rescate requeridos, además
de un salario que honre esa calificación y la exposición al peligro que esta
profesión conlleva. Solo así podremos hablar de playas seguras en Costa Rica.
Figura
15. Ahogados por franjas de edad entre 2001 y
2017 en playas costarricenses (datos de la Sección de Estadística del OIJ).
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